Museo del Mazapán: Una iniciativa ciudadana, a favor de la memoria artesanal.
Desde hace 5 años el Museo del Mazapán se ha propuesta rescatar esta técnica tradicional, la misma que, en el año 2018, fue reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador. Galo Yépez Pozo, uno de los gestores que lidera la iniciativa, sostiene que, a diferencia, de otros espacios dedicados a este oficio tradicional, el Museo del Mazapán busca recuperar la técnica ancestral de elaboración, la misma que, a su juicio, está a punto de desaparecer: “Hoy en día, muy pocas personas hacen el verdadero mazapán. Desde 1984, con la llegada de la porcelana fría al Ecuador, el mazapán cayó”.
La elaboración de figuras de mazapán se inicia mezclando harina y un poco de goma, con agua caliente, hasta alcanzar una masa moldeable. Luego de aproximadamente una hora, cuando la mezcla está lista, el artesano la tiñe con colorantes vegetales y le da la forma imaginada. En cambio, la porcelana fría únicamente se hace con maicena y goma, y se amasa en más o menos 10 minutos. Según Galo Yépez Pozo, esta es una de las razones que llevó a las y los artesanos, a abandonar el mazapán por la porcelana: menos ingredientes y mayor rapidez en la elaboración.
Entre las más de 60 piezas que conserva el Museo del Mazapán, se encuentran creaciones de más de 50 años de antigüedad, que han sido compradas por el Museo, o donadas por sus creadoras. De esta manera, además de conservar las piezas, el Museo se ha convertido en custodio de las memorias de las mujeres que trabajaron en el manejo de esta técnica tradicional.
Nombres como Margarita Meza, Maruja Gordón, Lilián Suárez, Zoila Pozo y Cecilia Trujillo se hacen presentes en este Museo, al evocar la “época de oro del mazapán”, la misma que se inicia en 1938, con la llegada de Olga Fisch a las parroquias de Calderón y Llano Grade. Hasta ese entonces, las y los artesanos únicamente hacían dos figuras: la guagua y el caballito. Sería la artista húngara quién motivaría la creación de nuevos y diversos diseños.
Por ejemplo, de una de las innovaciones que caracterizó el boom del mazapán, fue la incorporación de “caligrafías” o “lecturas” a la masa. Con la ayuda de un penco, que funcionaba a manera de aguja, las y los artesanos empezaron a “bordar” la masa, creando un complejo lenguaje de signos, que se convertirían en el emblema de cada una de las artistas. Así, íconos como el “churillo”, el “zigzag”, los “cocos”, la “m”, la “e”, la “f”, etc., pasarían a convertirse en la firma identitaria de cada una de las artistas.
Para el Área de Medicación Comunitaria del Museo de la Ciudad, el relacionamiento con el Museo del Mazapán, además de promover la visita a este emprendimiento ciudadano, se alinea a los ejes de trabajo del Museo, por cuanto la gestión desempeñada por el Museo del Mazapán se alinea a dos de los enfoques de trabajo del Museo de la Ciudad: a) Trabajar la memoria a partir de los oficios feminizados, las tareas de cuidado y reproducción de la vida, así como también a partir de la memoria de los espacios domésticos; y b) Reconocer otras narrativas de la ciudad, construidas desde las ruralidades y las epistemologías andinas.
El Museo del Mazapán se encuentra ubicado en la calle 09 de Agosto y Lizardo Becerra, en la Parroquia de Calderón. Además de las figuras que alberga, el Museo expone fotografías y documentos históricos relacionados con esta técnica tradicional. Quienes visiten este espacio, también podrán conocer un auténtico taller de mazapán tradicional, pudiendo comprar hermosos diseños contemporáneos, a precios verdaderamente económicos, que contribuyen a mantener viva la promoción, rescate y salvaguarda de la memoria histórica, social y cultural de la identidad y tradición ancestral de esta artesanía, que es un ícono de la identidad cultural de las parroquias del norte de Quito.