Celeste Loor Romero
El no mirar a la cámara no era un acto deliberado en muchas de mis fotografías de infancia y es una de entre muchas cosas que cuestioné sobre mí misma durante mucho tiempo. Esta obra se concibe ahí, en estos interrogantes y recriminaciones constantes que vieron su nacimiento en algún momento de la niñez, esos pensamientos que surgen en la intimidad, se arraigan a uno de manera que en ciertos momentos o épocas lo suelen ser todo. Es desde esta perspectiva que tomo al bordado a mano sobre papel, como una técnica que dialoga con estos pensamiento invasivos y naturalizados sobre nosotros mismos, puesto que tanto las palabras que se alojan en nuestras mentes como el bordado se relacionan en lo iterativo.
En esta obra hago uso de dos tipos de puntadas: el “punto francés” y “paso atrás”. Tal como una experiencia encarnada, el punto francés se enrolla sobre sí mismo, no solo dándole su forma particular sino que lleva consigo una dureza/resistencia construida desde la aparente fragilidad de un hilo. Por otra parte el paso atrás es una puntada que vuelve sobre sus pasos, se entreteje sobre sí mismo y esto le permite tomar dirección. Este punto otorga el ejercicio de introspección que se ve plasmado en las palabras. Cada frase que es incluida en cada cuadro hace un recorrido anacrónico de pensamientos con los que no pude reconciliarme hasta el momento en que fueron plasmados en esta obra. Es por ello que esta obra marca un antes y un después, no solo en mi producción hasta aquel instante sino que devela el ejercicio de desaprender por el cuestionamiento que nos es otorgado en artes. Así como deshice estos pensamientos como definiciones de mí misma, la clase para la cual se produjo esta obra requería que desaprendiera que el dibujo académico era el apropiado.
La obra está conformada por 31 camas dibujadas, concebida desde noción del diseño de un mueble de descanso; para ello no se tomó ningún referente. Cada dibujo es realizado con estilógrafo y lápiz además de contar con el bordado que se adhiere al trazo como si se tratara de uno solo, puesto que requería una reconciliación con mi propio trazo. Tomando conciencia de ello y utilizando el hilo que no era el adecuado cuando aprendía puntadas básicas encuentro que mi rasgo era muy cercano a estos hilos que intentaba juntar para que la puntada sea lo suficientemente visible. Un trazo que insiste sobre sí mismo.
Contrario a lo que se puede apreciar en las fotografías adjuntadas u otros registros, estos hilos nunca se conectan unos con otros entre cuadro y cuadro. Cada bordado comienza y termina en el dibujo que lo inició, aunque por razones externas a mi alcance parezca lo contrario. Este factor corresponde a la idea de que son pensamientos que no deberían tener la necesidad de complejizarse, ya que responden a una necesidad de descanso. Esta obra me ofrece una dualidad de cierre y apertura; uno se ubica en la terapia y la sanación, y el otro se encuentra en ser uno de los ejes detonadores de esta investigación. Por último, me pregunto si esta pieza nació de manera inesperada o calculada porque reúne las ‘piezas’ que tenía a mano en ese momento y es para mí como una especie de eureka. Por esa misma razón es que no cuenta con un boceto inicial o variaciones dentro de su proceso, es una obra muy íntima que respondió a la necesidad de cierto momento.