Marcha sónica con Taller La Bola
Actividad del Programa Público del CAC.
El sonido divide la ciudad: traza las trincheras entre el descanso y la euforia festiva, entre el ritmo de la producción y la paz doméstica, entre la socialidad desbocada de la calle y la intimidad de los interiores. Separa generaciones, culturas, ideologías y subjetividades, pero también las une. La voz de las madres traza el hilo entre los niños que juegan en el jardín y sus casas, cuando es hora de cenar, el beat y los graves tejen las redes entre los cuerpos danzantes, los lemas y los coros compactan las filas de las multitudes en marcha.
Desde la primera infancia aprendemos a encontrar un centro estable en el mundo a través de los gemidos, los gruñidos y el llanto, manifestamos nuestra presencia y exploramos nuestro entorno. Al crecer, proyectamos nuestras subjetividades y deseos en el espacio con la voz, las músicas y todos los sonidos originados por nuestras actividades. Estas prácticas trazan un círculo pulsante a nuestro alrededor, localizan nuestro lugar en la sociedad y el alcance de nuestra presencia, nos permiten excluir o incluir el otro y lo otro, así como definir esos límites que friccionan, chocan y, a veces, se funden con los demás. Por esta razón el campo sonoro del que formamos parte es una arena para la negociación, un espacio social en el que se despliegan fuerzas y energías a menudo en pugna.